12 de febrero: Día de Darwin



𝗖𝗵𝗮𝗿𝗹𝗲𝘀 𝗥𝗼𝗯𝗲𝗿𝘁 𝗗𝗮𝗿𝘄𝗶𝗻, nació en Sherewsbury, el 𝟭𝟮 𝗱𝗲 𝗳𝗲𝗯𝗿𝗲𝗿𝗼 𝗱𝗲 𝟭𝟴𝟬𝟵. Fue el segundo hijo varón de Robert Waring Darwin, médico de fama en la localidad, y de Susannah Wedgwood, hija de un célebre ceramista del Staffordshire, Josiah Wedgwood, promotor de la construcción de un canal para unir la región con las costas y miembro de la Royal Society.

Su abuelo paterno, Erasmus Darwin, fue también un conocido médico e importante naturalista, autor de un extenso poema en pareados heroicos que presentaba una alegoría del sistema linneano de clasificación sexual de las plantas, el cual fue un éxito literario del momento; por lo demás, sus teorías acerca de la herencia de los caracteres adquiridos estaban destinadas a caer en descrédito por obra, precisamente, de su nieto.

Además de su hermano, cinco años mayor que él, Charles tuvo tres hermanas también mayores y una hermana menor. Tras la muerte de su madre en 1817, su educación transcurrió en una escuela local; en su vejez recordaría su experiencia allí como lo peor que pudo sucederle a su desarrollo intelectual. 

Desde la infancia mostró un gusto por la historia natural que él consideró innato y, en especial, de una gran afición por coleccionar cosas (conchas, sellos, monedas o minerales), el tipo de pasión "que le lleva a uno a convertirse en un naturalista sistemático, en un experto, o en un avaro".

En octubre de 1825 Darwin ingresó en la Universidad de Edimburgo para estudiar medicina por decisión de su padre.
El joven Charles, sin embargo, no consiguió interesarse por la carrera; a la repugnancia por las operaciones quirúrgicas y a la incapacidad del profesorado para captar su atención, vino a sumarse el creciente convencimiento de que la herencia de su padre le iba a permitir una confortable subsistencia sin necesidad de ejercer una profesión como la de médico. 
De modo que, al cabo de dos cursos, su padre, dispuesto a impedir que se convirtiera en un ocioso hijo de familia, le propuso una carrera eclesiástica. 

Tras resolver los propios escrúpulos acerca de su fe, Darwin aceptó con gusto la idea de llegar a ser un clérigo rural y, a principios de 1828, después de haber refrescado su formación clásica, ingresó en el Christ's College de Cambridge.

En Cambridge, como antes en Edimburgo y en la escuela, Darwin perdió el tiempo por lo que se refiere al estudio, a menudo descuidado para dar satisfacción a su pasión por la caza y por montar a caballo, actividades que ocasionalmente culminaban en cenas con amigos de las que Darwin conservó un recuerdo (posiblemente exagerado) como de auténticas francachelas. 
Con todo, su indolencia quedó temperada por la adquisición de sendos gustos por la pintura y la música, de los que él mismo se sorprendió más tarde, dada su absoluta carencia de oído musical y su incapacidad para el dibujo (un «mal irremediable» que, junto con su desconocimiento práctico de la disección, representó una desventaja para sus trabajos posteriores).

Más que de los estudios académicos que se vio obligado a cursar, Darwin extrajo provecho en Cambridge de su asistencia voluntaria a las clases del botánico y entomólogo John Henslow, cuya amistad le reportó «un beneficio inestimable» y que tuvo una intervención directa en dos acontecimientos que determinaron su futuro: la expedición a Gales y, sobre todo, el viaje del Beagle.

Al término de sus estudios en abril de 1831, el reverendo Henslow lo convenció de que profundizase en la geología, materia por la que las clases recibidas en Edimburgo le habían hecho concebir verdadera aversión, y le presentó a Adam Sedgwick, fundador del sistema cambriano, quien inició precisamente sus estudios sobre el mismo en una expedición al norte de Gales realizada en abril de ese mismo año en compañía de Darwin (treinta años más tarde, Henslow se vería obligado a defender al discípulo común ante las violentas críticas dirigidas por Sedgwick a las ideas evolucionistas).

𝗟𝗮 𝗲𝘅𝗽𝗲𝗱𝗶𝗰𝗶ó𝗻 𝗱𝗲 𝗘𝗹 𝗕𝗲𝗮𝗴𝗹𝗲

El 27 de diciembre de 1831 el Beagle zarpó de Davenport con Darwin a bordo, dispuesto a comenzar la que él llamó su «segunda vida» tras dos meses de desalentadora espera en Plymouth, mientras la nave era reparada de los desperfectos ocasionados en su viaje anterior, y después de que la galerna frustrara dos intentos de partida.

El objetivo de la expedición dirigida por el capitán Fitzroy era el de completar el estudio topográfico de los territorios de la Patagonia y la Tierra del Fuego, el trazado de las costas de Chile, Perú y algunas islas del Pacífico y la realización de una cadena de medidas cronométricas alrededor del mundo. El periplo, de casi cinco años de duración, llevó a Darwin a lo largo de las costas de América del Sur, para regresar luego durante el último año visitando las islas Galápagos, Tahití, Nueva Zelanda, Australia, Mauricio y Sudáfrica.

El estudio de la geología fue, en un principio, el factor que más contribuyó a convertir el viaje en la verdadera formación de Darwin como investigador, ya que con él entró inexcusablemente en juego la necesidad de razonar. 

Darwin se llevó consigo el primer volumen de los Principios de geología de Charles Lyell, autor de la teoría llamada de las causas actuales y que habría de ser su colaborador en la exposición del evolucionismo; desde el reconocimiento de los primeros terrenos geológicos que visitó (la isla de Santiago, en Cabo Verde), Darwin quedó convencido de la superioridad del enfoque preconizado por Lyell.

En Santiago tuvo por vez primera la idea de que las rocas blancas que observaba habían sido producidas por la lava derretida de antiguas erupciones volcánicas, la cual, al deslizarse hasta el fondo del mar, habría arrastrado conchas y corales triturados comunicándoles consistencia rocosa. 

Hacia el final del viaje, Darwin tuvo noticia de que Adam Sedgwick había expresado a su padre la opinión de que el joven se convertiría en un científico importante; el acertado pronóstico era el resultado de la lectura por el reverendo Henslow, ante la Philosophical Society de Cambridge, de algunas de las cartas remitidas por Darwin.

𝗘𝗹 𝗕𝗲𝗮𝗴𝗹𝗲 𝗲𝗻 𝗧𝗶𝗲𝗿𝗿𝗮 𝗱𝗲𝗹 𝗙𝘂𝗲𝗴𝗼

De entre los logros científicos obtenidos por Darwin durante el viaje, el primero en ver la luz (1842) sería la teoría sobre la formación de los arrecifes de coral por el crecimiento de éste en los bordes y en la cima de islas que se iban hundiendo lentamente. 

Junto a esta hipótesis y al establecimiento de la estructura geológica de algunas islas como Santa Elena, es preciso destacar el descubrimiento de la existencia de una cierta semejanza entre la fauna y la flora de las islas Galápagos con las de América del Sur, así como de diferencias entre los ejemplares de un mismo animal o planta recogidos en las distintas islas, lo que le hizo sospechar que la teoría de la estabilidad de las especies podía ser puesta en entredicho. 

Fue la elaboración teórica de esas observaciones la que, años después, resultó en su enunciado de las tesis evolutivas.

Darwin regresó a Inglaterra el 2 de octubre de 1836.
Desde su llegada hasta comienzos de 1839, Darwin vivió los meses más activos de su vida, pese a las pérdidas de tiempo que le supuso el sentirse ocasionalmente indispuesto. Trabajó en la redacción de su diario del viaje (publicado en 1839) y en la elaboración de dos textos que presentaban sus observaciones geológicas y zoológicas. Instalado en Londres desde marzo de 1837, se dedicó a «hacer un poco de sociedad», actuando como secretario honorario de la Geological Society y tomando contacto con Charles Lyell.

Dispuesto como se hallaba, por sus prolongadas observaciones sobre los hábitos de animales y plantas, a percibir la presencia universal de la lucha por la existencia, se le ocurrió al instante que, en esas circunstancias, las variaciones favorables tenderían a conservarse, mientras que las desfavorables desaparecerían, con el resultado de la formación de nuevas especies. Darwin estimó que, «al fin, había conseguido una teoría con la que trabajar»; sin embargo, preocupado por evitar los prejuicios, decidió abstenerse por un tiempo de «escribir siquiera el más sucinto esbozo de la misma». 

En junio de 1842 se permitió el placer privado de un resumen muy breve (treinta y cinco páginas escritas a lápiz), que amplió hasta doscientas treinta páginas en el verano del año 1844.



Darwin había contraído matrimonio el 29 de enero de 1839 con su prima Emma Wedgwood. 

Residieron en Londres hasta septiembre de 1842, cuando la familia se instaló en Down, en el condado de Kent, buscando un género de vida que se adecuase mejor a los frecuentes períodos de enfermedad que, a partir del regreso de su viaje, afligieron constantemente a Darwin. Por lo demás, los años de Londres fueron, por lo que a vida social se refiere, el preludio de un retiro casi total en Down, donde vivió hasta el final de sus días.
 El 27 de diciembre de 1839 nació el primer hijo del matrimonio, y Darwin inició con él una serie de observaciones, que se prolongaron a lo largo de los años, sobre la expresión de las emociones en el hombre y en los animales. Tuvo diez hijos, seis varones y cuatro mujeres, nacidos entre 1839 y 1856, de los que dos niñas y un niño murieron en la infancia.


Durante los primeros años de su estancia en Down, Darwin completó la redacción de sus trabajos sobre temas geológicos y se ocupó también de una nueva edición de su diario de viaje, que en un principio había aparecido formando parte de la obra publicada por Fitzroy sobre sus expediciones; en las notas autobiográficas que redactó en 1876 (reveladoramente tituladas Recollections of the Development of my Mind and Character), Darwin reconoció que «el éxito de este mi primer retoño literario siempre enardece mi vanidad más que el de cualquier otro de mis libros».

De 1846 a 1854, Darwin estuvo ocupado en la redacción de sus monografías sobre los #cirrípodos, por los que se había interesado durante su estancia en las costas de Chile al hallar ejemplares de un tipo que planteaba problemas de clasificación. Esos años de trabajo sirvieron para convertirlo en un verdadero naturalista según las exigencias de su época, añadiendo al aprendizaje práctico adquirido durante el viaje la formación teórica necesaria para abordar el problema de las relaciones entre la historia natural y la taxonomía. 

Además, sus estudios sobre los percebes le reportaron una sólida reputación entre los especialistas, siendo premiados en noviembre de 1853 por la Royal Society, de la que Darwin era miembro desde 1839.



𝗟𝗮 𝗧𝗲𝗼𝗿í𝗮 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗘𝘃𝗼𝗹𝘂𝗰𝗶ó𝗻 

A comienzos de 1856, Charles Lyell aconsejó a Darwin que trabajara en el completo desarrollo de sus ideas acerca de la evolución de las especies. Darwin emprendió entonces la redacción de una obra que, aun estando concebida a una escala tres o cuatro veces superior de la que luego había de ser la del texto efectivamente publicado, representaba, en su opinión, un mero resumen del material recogido al respecto.

Pero cuando se hallaba hacia la mitad del trabajo, sus planes se fueron al traste por un suceso que precipitó los acontecimientos: en el verano de 1858 recibió un manuscrito que contenía una breve pero explícita exposición de una teoría de la evolución por selección natural, que coincidía exactamente con sus propios puntos de vista. El texto, remitido desde la isla de Ternate, en las Molucas, era obra de Alfred Russel Wallace, un naturalista que desde 1854 se hallaba en el archipiélago malayo y que ya en 1856 había enviado a Darwin un artículo sobre la aparición de especies nuevas con el que se sintió ampliamente identificado.

En su nuevo trabajo, Wallace hablaba, como Darwin, de «lucha por la existencia», una idea que, curiosamente, también le había venido inspirada por la lectura de Malthus. Darwin puso a Lyell en antecedentes del asunto y le comunicó sus vacilaciones acerca de cómo proceder respecto a la publicación de sus propias teorías, llegando a manifestar su intención de destruir sus propios escritos antes que aparecer como un usurpador de los derechos de Wallace a la prioridad.

El incidente se saldó de manera salomónica merced a la intervención de Lyell y del botánico Joseph Dalton Hooker, futuro director de los Kew Gardens creados por su padre y uno de los principales defensores de las teorías evolucionistas de Darwin, con quien le unió una estrecha amistad desde 1843. Siguiendo el consejo de ambos, Darwin resumió su manuscrito, que fue presentado por Lyell y Hooker ante la Linnean Society el 1 de julio de 1858, junto con el trabajo de Wallace y con un extracto de una carta remitida por Darwin el 5 de septiembre de 1857 al botánico estadounidense Asa Gray, en el que constaba un esbozo de su teoría.

Alfred Wallace no puso nunca en cuestión la corrección del procedimiento; más tarde, en 1887, manifestó su satisfacción por la manera en que todo se había desarrollado, aduciendo que él no poseía «el amor por el trabajo, el experimento y el detalle tan preeminente en Darwin, sin el cual cualquier cosa que yo hubiera podido escribir no habría convencido nunca a nadie».

𝗘𝗹 𝗼𝗿𝗶𝗴𝗲𝗻 𝗱𝗲 𝗹𝗮𝘀 𝗲𝘀𝗽𝗲𝗰𝗶𝗲𝘀:

Tras el episodio, Darwin se vio obligado a dejar de lado sus vacilaciones por lo que a la publicidad de sus ideas se refería, y abordó la tarea de reducir la escala de la obra que tenía entre manos para enviarla cuanto antes a la imprenta; en «trece meses y diez días de duro trabajo» quedó por fin redactado el libro Sobre el origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida, largo título que es casi la enunciación de su tesis y que suele abreviarse como El origen de las especies. Los primeros 1.250 ejemplares se vendieron el mismo día de su aparición, el 24 de noviembre de 1859.

Las implicaciones teológicas de la obra, que atribuía a la selección natural facultades hasta entonces reservadas a la divinidad, fueron causa de que inmediatamente empezara a formarse una enconada oposición, capitaneada por el paleontólogo Richard Owen, quien veinte años antes había acogido con entusiasmo las colecciones de fósiles traídas por Darwin de su viaje.

En una memorable sesión de la British Association for the Advancement of Science que tuvo lugar en Oxford el 30 de junio de 1860, el obispo Samuel Wilberforce, en calidad de portavoz del partido de Owen, ridiculizó con brillante elocuencia las tesis evolucionistas, provocando una contundente réplica por parte del zoólogo Thomas Henry Huxley, que fue el principal defensor ante la oposición religiosa de las tesis de Darwin, ganándose el sobrenombre de su bulldog. A la pregunta de Wilberforce sobre si a Huxley le hubiera sido indiferente saber que su abuelo había sido un mono, la respuesta inmediata fue, según el testimonio de Lyell: «Estaría en la misma situación que su señoría».

Darwin se mantuvo apartado de la intervención directa en la controversia pública hasta 1871, cuando se publicó su obra El origen del hombre y la selección en relación al sexo, donde expuso sus argumentos en favor de la tesis de que el hombre había aparecido sobre la Tierra por medios exclusivamente naturales. Tres años antes había aparecido su estudio sobre la variación en animales y plantas por los efectos de la selección artificial, en el que trató de formular una teoría sobre el origen de la vida en general («pangénesis»), que resultó ser la más pobre de sus aportaciones a la biología.

En 1872, con La expresión de las emociones en el hombre y en los animales, obra seminal de lo que luego sería el estudio moderno del comportamiento, Darwin puso fin a sus preocupaciones por los problemas teóricos y dedicó los últimos diez años de su vida a diversas investigaciones en el campo de la botánica. 

A finales de 1881 comenzó a padecer graves problemas cardíacos, y falleció a consecuencia de un ataque al corazón el 19 de abril de 1882.

🦧 𝟭𝟮 𝗱𝗲 𝗙𝗲𝗯𝗿𝗲𝗿𝗼: 𝗗í𝗮 𝗱𝗲 𝗗𝗮𝗿𝘄𝗶𝗻

El Día de Darwin es una celebración instituida para conmemorar el aniversario del nacimiento de Charles Darwin, el 12 de febrero de 1809. La celebración quiere resaltar la contribución de Darwin a la ciencia y promover la práctica de la ciencia en general.

Charles Darwin señaló que todas las especies de seres vivos han evolucionado con el tiempo a partir de un antepasado común mediante un proceso denominado selección natural. 
La evolución fue aceptada como un hecho por la comunidad científica y por buena parte del público en vida de Darwin, mientras que su teoría de la evolución mediante selección natural no fue considerada como la explicación primaria del proceso evolutivo hasta los años 1930.

Actualmente, constituye la base de la síntesis evolutiva moderna. Con sus transformaciones, los descubrimientos científicos de Charles Darwin se mantienen como el acta fundacional de la biología como ciencia, ya que constituyen una explicación lógica que unifica las observaciones sobre la diversidad de la vida.

El primer apoyo del evento surge de asociaciones de librepensadores, organizaciones humanistas y la Fundación por la Libertad Religiosa.​ El Center for Inquiry y la American Humanist Association, en Estados Unidos, así como la British Humanist Association.
En Reino Unido, han ayudado a difundir el Día de Darwin. 

En 1999, la Campus Freethought Alliance​ y la Alianza de las Sociedades Humanistas Laicas comenzaron a promover el Día de Darwin entre sus miembros. 

Todos los grupos humanistas y escépticos son bienvenidos para incrementar las celebraciones alrededor del 12 de febrero tanto en Estados Unidos como otros países.

2009 fue un año importante para la celebración, al conmemorar el 200.º aniversario del nacimiento y el 150.º aniversario de la publicación de la obra más conocida del científico Charles Darwin, El origen de las especies, con la participación de la Universidad de Cambridge y el Museo de Historia Natural de Londres, entre otros.

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